El famoso escritor Valle-Inclán conoció esta fiesta y su ritual, hoy en día de Interés Turístico de Galicia, que con certeza inspiró alguno de los pasajes de su obra. En la procesión de las mortajas, los fieles salen a la calle con cirios y ataúdes, detrás de los que caminan personas que estuvieron próximas a la muerte. Esta tradición se remonta al siglo XV. Según la leyenda, el alcalde de A Pobra enfermó gravemente antes de emitir la condena a unos salteadores. Tras encomendarse al Nazareno se curó e indultó a los acusados después de que llevasen su féretro en la procesión. Incluso si no eres creyente sentirás curiosidad por saber cómo una leyenda de la Edad Medida congrega a tanta gente a día de hoy, a pesar de lo mucho que cambiaron las tradiciones.